La única opción… la guerra
Tras estar una buena temporada en acceso anticipado, Diplomacy is Not an Option llega para sumarse al actualmente muy activo mundo de la estrategia, llevándonos a un mundo de fantasía feudal minimalista con una mezcla adictiva de gestión, combate en tiempo real, y supervivencia, duro y complejo.
Una propuesta, que bajo el trabajo de la gente de Door 47, plantea una experiencia que tras una imagen minimalista y un humor bastante oscuro, nos pone en el papel de un monarca, cuya codicia y negligencia han provocado una gran revuelta en el reino. Provocando con ello el caos, que nos acerca a un juego donde interesante mecánicas, un bien planteado crecimiento de la ciudad, y la defensa contra hordas de enemigos, nos plantea a una apuesta original y divertida que a continuación os voy a desmembrar con este análisis.

¿De que va todo esto?
Entrando en vereda, deciros que la premisa del juego es sencilla y muy efectiva. Ya que como os decía encarnamos a un rey que ha machacado a sus súbditos con impuestos, derroches y mal gobierno. Por ello, cansados de las injusticias, el pueblo se levanta en armas, y ahí entramos nosotros con el deber es sofocar la rebelión y proteger nuestros privilegios.
Un juego que se esconde tras una narrativa, sencilla y bastante bien llevada. Nos aporta una forma muy interesante, llena de humor y sarcasmo, de entender lo que una situación así supone para el pueblo, y ante todo, para los soberbios ojos de un rey. Planteando una guionización que destaca por diálogos jocosos y escenas animadas, refuerzan el carácter cruel de la situación que nos rodea, y ante todo, retratando al dichoso y ruin monarca.

Los detalles más interesantes
Todo ese situación, como es de esperar nos pone directamente sobre las bases jugables Diplomacy is Not an Option. Centrando todo el potencial de la experiencia en dos fases bien marcadas. Por un lado, la gestión de una ciudad en constante expansión, la que tendremos que defender ante oleadas de enemigos cada vez más numerosos y variadas. Donde desde la construcción de viviendas y la explotación de recursos como la madera y el alimento, hasta la creación de defensas y la mejora de unidades, nos irá abriendo el camino hacia una necesidad de gestión tanto a nivel de recursos como de estrategia bien traída.

Teniendo que destacar especialmente en esta fase de construcción, la parte centrada en la fortaleza. Una de esas partes muy importante ante los eventos que posteriormente se van a dar. Y es que debemos establecer murallas, torres y otros puntos de defensa que sean capaces de resistir el ataque incesante de los rebeldes. Teniendo que tener muy en mente la disposición de las edificaciones, la ubicación de las tropas, y la eficiencia a la hora de controlar el terreno para repeler al enemigo.
Todo esto nos lleva a entender un aspecto particularmente interesante, el control del tiempo entre oleada y oleada. Y es que entre estos momentos de relax y reorganización tendremos que centrar todo nuestro pensamiento y concepción estratégica en construir y mejorar las defensas. Donde la capacidad para realizar mejoras, estudiar y refinar las tácticas a seguir, y explorar mejoras en los árboles tecnológicos, nos van a ser esenciales para seguir teniendo posibilidad de resistir a la siguiente oleada.

Pero la cosa no solo queda en la construcción y la gestión estratégica. Ya que sin lugar a duda uno de los mayores desafíos es la administración de los recursos. Y es que el aumento de la población implica una mayor necesidad de alimentos y materiales, lo que nos obliga a expandir constantemente nuestras fuentes de provisiones y materiales. Viendo como esa necesidad de balancear y dar ritmo de obtención de recursos y las demandas de la ciudad es uno de los puntos más complejo de esta experiencia.
Y es que el nivel de dificultad en Diplomacy is Not an Option es elevado con grandes repuntes que nos pueden echar al traste horas de planificación y evolución, lo que llevará a la desesperación a más de uno. Viendo como que incluso en los niveles más bajos, las oleadas de enemigos pueden ser abrumadoras duras si no tenemos todo controlado al dedillo, tanto a nivel militar como de recursos. Así que mucha paciencia con el muro inicial, porque luego merece la pena disfrutar de la experiencia.

Respecto al desarrollo militar, tengo que deciros que este se basa en momentos bien definidos en el tiempo donde los enemigos llegarán en oleadas por rutas predeterminadas y bien marcadas que tendremos que saber defender, gestionar, y ante todo, estar prevenido y atentos a nuevas incursiones que nos lleven a otras áreas de la ciudad. Cosa que irá en aumento, ya que pese a que los inicios son lentos, el ritmo de juego tiene unos repuntes que nos llevará casi en el caos más absoluto.
En esta sección, más allá de las unidades militares y las defensas físicas, el juego nos da la oportunidad de emplear la magia como un último recurso contra las oleadas más fuertes. Donde el uso de cristales especiales podremos obtener unas ventajas que pueden dar la vuelta a una batalla. Eso sí, unos recursos mágicos bastante limitados, que deben usarse con cuidado y mucha cabeza para no desperdiciados.

Entrando en el apartado técnico. Tengo que deciros que este empieza destacando por su particular apartado artístico. Donde la estética low poly le da mucho carisma. Construyendo una atmósfera minimalista, donde cada unidad, cada edificio y cada entorno, tiene un toque único y particular que se llena de vida y destrucción. Y donde la brutal cantidad de unidades en pantalla crea momentos realmente caóticos. Y donde una interfaz, clara y concisa, que permite un manejo ágil, que viene genial en momentos donde el ritmo frenético y la necesidad constante de supervisar cada detalle de la ciudad depende de simples detalles. A todo esto le tengo que añadir un apartado sonoro que cumple la mar de bien con ese corte ambiental, beligerante y medieval. Donde especialmente quiero destacar el buen trabajo de sonoridad que sabe envolvernos, dar potencia, y conseguir absorbernos con unos bien traídos efectos sonoros.





Conclusión
Llegando al final de este análisis de Diplomacy is Not an Option. Os tengo que decir que este es un juego con una propuesta tan particular como interesante. Que es capaz de sorprender con una buena mezcla de elementos y cualidades tomadas de otros juegos del género. Pero muy adornadas con una narrativa fresca que utiliza la sátira y el humor para ponernos en contexto dentro de esta experiencia llena de momentos de gestión y estrategia entre grandes momentos de asedio.
Una propuesta que sigue abriendo nuevas puertas al tan bien tratado, en estos años, mundo de la estrategia. Planteando una experiencia dura en dificultad, fácil en el entendimiento de sus mecánicas, y compleja a la hora de superar una barrera de entrada que puede que eche a muchos jugadores atrás ya que no serán capaces de adaptarse a ella.
En definitiva, ya me veía venir que Diplomacy is Not an Option tenía mucho potencial y cualidades para ser una de las grandes sorpresas del mundillo estratégico indie. Confirmándose como un producto bien acabado tanto a nivel jugable como técnico, e incluso narrativo, al cual debéis de darle una oportunidad si sois de esos que buscáis una experiencia fresca, dura, y realmente particular.
