Una estrategia que influye en todo
Sinceramente descubrí Of Life and Land casi por casualidad, en mi siempre intensa necesidad de buscar nuevas experiencias estratégicas y de gestión, y la vedad que ha sido una de esas gratas sorpresas que engrandecen este tipo de géneros, especialmente en la escena indie. Y es que lo que inicialmente parece un city builder relajado con una estética low poly, se termina transformado en un desafío de gestión lleno de matices.
Desarrollado por el estudio suizo Kerzoven, este juego me ha sumergido en una experiencia profunda y casi ecológica, donde cada decisión urbana resuena en la naturaleza que la rodea. Creando una delicada interdependencia y unas dinámicas llenas de vida, que me hacen recomendar con fuerza este juego, como ya vais a leer en las siguientes lineas.

¿De que va todo esto?
Desde el primer instante, Of Life and Land te invita a liderar la expansión del reino en territorios inexplorados. Asumiendo para ello el mando de un pequeño grupo de colonos con la misión de establecer asentamientos en lugares lejanos, hostiles y a la vez hermosos, ya que por desgracia, el mundo está tan masificado y tan mal repartido que no les queda otra.
Cómo dinámica principal este se centra en la gestión de recursos clásicos como; madera, piedra, comida, agua, pero pronto te das cuenta de que no se trata solo de acumular, sino de distribuir, procesar y respetar los ciclos naturales.

Aquí vemos como cada ciudadano tiene necesidades particulares: comida, sueño, abrigo, relaciones sociales. E incluso lo mismo ocurre con los animales, que no son meros adornos, sino seres vivos con hábitos, rutinas e instintos. O con las plantas, que responden al clima y al tipo de suelo. Todo esto formando un ecosistema en miniatura, donde el ser humano no está por encima, sino que forma parte de él.
Además, el juego brinda la oportunidad de explorar y colonizar diferentes biomas, cada uno con sus propios retos. Siendo curioso como las estaciones cambian, y con ellas las reglas, llevándonos desde hambrunas en invierno, pasando por incendios en verano, y terminando con enfermedades en la humedad de las costas. Todo esto sin un guion que nos guie, formándose una libertad total, y con ella, la responsabilidad de saber gestionarla.

Los detalles más y menos interesantes
Uno de los puntos que más me ha impresionado, ha sido la simulación ecológica. Habiendo sentido que cada acción, por pequeña que fuera, tenía sus consecuencias. Talar un bosque sin control no solo agota la madera, sino que también ha desplazado a los animales, altera el clima local y vuelve el entorno más árido. Por primera vez en mucho tiempo, sorprendiendo como un city builder consigue dar sentido a la naturaleza, no siendo solo un tablero de juego, sino un ente en sí mismo.
La gestión de varios mapas al mismo tiempo también me ha parecido un gran acierto. Planteándose el enviar caravanas de agua de una región húmeda a otra desértica, coordinar rutas comerciales y priorizar construcciones según el bioma. Una logística a gran escala muy bein planteada, con un ritmo bastante reflexivo y muy cercano a la mera supervivencia.

El estilo visual, aunque minimalista, es muy expresivo. Los biomas se diferencian claramente, y las estaciones transforman el paisaje con una belleza sencilla pero muy preciosista. La música, sutil y atmosférica, complementa perfectamente esa estética pausada, aportando calidez incluso en los momentos más difíciles.
Otro gran punto a nombrar es el control del tiempo. Este se puede pausar, acelerar o ralentizar la partida en cualquier momento, lo cual es crucial para un juego tan denso. Creando una mecánica que da espacio para pensar, experimentar y corregir errores sin un castigo excesivo.

A pesar de todas sus virtudes, Of Life and Land tiene algunos puntos mejorables. Uno de los más notables es la interfaz, que aunque cumple su función, no se ha adaptado bien a diferentes tamaños de pantalla. He tenido que lidiar con textos diminutos y menús desproporcionados, cosa que complica algo tan importante dentro de un juego de este tipo como es la navegación, especialmente en las etapas más avanzadas del juego, cuando las ventanas de información se multiplican.

También he notado cierta rigidez al principio. El juego no ofrece una curva de aprendizaje suave. Quedando un tutorial bastante rudimentario e incluso algo brusco. Y aunque consigue fomentar el autoaprendizaje y la exploración libre, puede frustrar a los jugadores menos experimentados. Me habría gustado un tutorial más integrado, no solo sobre los controles, sino también sobre las lógicas internas del ecosistema.
Por último, algunas mecánicas, como las relaciones diplomáticas o el comercio entre asentamientos, me han parecido correcta, no tienen el mismo nivel de detalle o impacto que otros sistemas más pulidos. Quedando finalmente en muy segundo plano.

Conclusiones
En resumen, Of Life and Land brinda y aporta una experiencia realmente única en el mundo de la estrategia y la construcción. Viendo como no solo se centra levantar ciudades, sino que se siente que formamos parte de un entorno lleno de vida, complejo y sensible a los cambios. Aportando un enfoque en una simulación ecológica profunda, combinado con una dirección artística simplista, y una jugabilidad muy abierta, creando un juego que invita tanto a la reflexión como al desafío.
Es cierto, que no es un juego que se pueda dominar fácilmente ni al instante, y eso puede ser tanto una ventaja como una desventaja. Sinceramente no lo recomendaría a quienes buscan una experiencia casual o automática. Pero para aquellos que disfrutan de la micro-gestión, la planificación cuidadosa y los mundos persistentes, es una verdadera joya que merece ser explorada.
En definitiva, deciros que he construido y he aprendido de la tierra. Y es que Of Life and Land me ha recordado que la naturaleza no es solo un recurso, sino un delicado equilibrio. Creando un mensaje potente, relevante, y realmente llamativo, con una experiencia llena de matices que si eres amantes del género no te debes de perder.
