Avance de Ritual of Raven / Tempest Tower

La esencia de Ritual of Raven radica en una idea revolucionaria dentro del género: el jugador no cultiva, sino que hechiza. Mediante un sistema de cartas de tarot, se controlan construcciones arcanas —llamadas Constructos— que se encargan de tareas agrícolas como arar, sembrar o recolectar plantas mágicas. Esta mecánica transforma la típica simulación agrícola en un ejercicio de planificación y microgestión, donde cada acción debe ser programada con anticipación y precisión.

La progresión del juego se enfoca en aprender rituales, estabilizar portales mágicos y hacer crecer un jardín de hierbas embrujadas. La estructura es bastante clara: alterna entre momentos de recolección indirecta y fases narrativas que profundizan en las relaciones con los vecinos del pueblo, además de revelar secretos sobre los mundos interdimensionales conectados por los portales.

El apartado visual, con su encantadora estética pixel art, crea un universo cálido, onírico y lleno de detalles. El diseño de personajes y escenarios irradia personalidad y carisma, haciendo que cada encuentro, por breve que sea, se quede grabado en la memoria. La narrativa también brilla con luz propia. Y es que el juego no tiene miedo de dar protagonismo a sus diálogos y a su historia, que se desarrolla con humor, ternura y una sorprendente emotividad.

La originalidad del sistema de cartas, aunque tiene sus complicaciones, introduce un componente táctico refrescante. La posibilidad de encadenar instrucciones, invocar múltiples Constructos y manipular ciclos lunares para mejorar la recolección añade conceptos estratégicos que pueden atraer a quienes buscan una experiencia más cerebral dentro de un género que suele ser más relajado.

Sin embargo, esta misma mecánica se convierte en su mayor obstáculo. La necesidad de gestionar cada acción a través de cartas ralentiza el ritmo del juego de manera innecesaria y, en ocasiones, resulta frustrante. La imposibilidad de realizar acciones manuales rompe con la inmediatez típica del género y crea una barrera entre el jugador y el mundo virtual. La curva de aprendizaje es bastante abrupta, y durante las primeras horas se siente una constante limitación, y es que todo requiere un paso intermedio, incluso las tareas más simples.

Además, la interfaz no siempre ayuda a planificar, y se echa de menos una opción más intuitiva para repetir acciones cotidianas o automatizar rutinas sin tener que recomponer secuencias carta por carta.

A falta de ver la versión final de Ritual of Raven. Deciros que este se presenta como un curioso experimento en el mundo de los simuladores de granja. Su enfoque en la automatización a través de la magia, combinado con una narrativa sólida y un diseño artístico precioso, que le confiere una identidad única que lo separa de clásicos como Stardew Valley. Sin embargo, esta misma característica puede volverse un arma de doble filo, ya que lo que debería ser una experiencia mágica de gestión a veces se transforma en un ejercicio de paciencia.

Para aquellos que disfrutan de la gestión y del placer de ver cómo un plan bien elaborado cobra vida a través de invocaciones y tarot, esta es una propuesta realmente cautivadora. Pero quienes buscan inmediatez, una conexión más directa con el mundo del juego o simplemente desean cosechar con sus propias manos, podrían sentirse más atraídos por otros títulos del género. Esperemos a ver como termina saliendo a la luz el próximo verano.

A diferencia de los títulos tradicionales del género, Tempest Tower no se limita a colocar torres y observar cómo se desarrolla la acción. Aquí, el jugador se convierte en una parte activa del tablero. Así que correr por el mapa, interactuar con estructuras, empujar enemigos con ráfagas de viento e incluso aplastarlos al estilo de los juegos de plataformas. Todo bajo el objetivo que no es otro que proteger una torre central que necesita ser cargada en cada oleada, un proceso lleno de riesgos, donde; rayos, saboteadores y oleadas cada vez más agresivas hacen que cada segundo cuente.

Una vez que la torre está completamente cargada, comienza a atraer relámpagos que amenazan con destruir las defensas construidas si el jugador no la desactiva a tiempo. Y como si eso no fuera suficiente, algunas torretas requieren combustible o energía manual, lo que obliga a moverse constantemente para mantenerlas en funcionamiento. Pero no todo se trata de combate, también hay que recolectar peepers, unas criaturas oculares que desbloquean mejoras, añadiendo una linea estratégica adicional al juego.

Lo que realmente brilla en Tempest Tower es su dinamismo. La necesidad de que el jugador esté en constante movimiento; ya sea alimentando hornos, limpiando torres saboteadas, guiando criaturas o cargando estructuras, convierte cada partida en una especie de caos controlado maravilloso. Un frenetismo le otorga una vitalidad que pocos juegos del género logran alcanzar.

Además, el sistema de mejoras aleatorias que se obtiene al rescatar peepers añade un toque de variedad y obliga a adaptarse en cada partida. No podemos pasar por alto su estilo visual encantador, que contrasta de manera perfecta con la intensidad del juego. El diseño de enemigos y torres es claro, funcional y, sobre todo, lleno de carisma.

Sin embargo, esa misma intensidad puede volverse un arma de doble filo para el jugador. Algunas mecánicas, como el apagado manual de la torre o la reactivación constante de torres saboteadas, pueden resultar más tediosas que desafiantes. La curva de dificultad, que se presenta de manera poco clara en un tutorial superficial, puede frustrar incluso desde el primer nivel real.

También se siente la falta de una mayor variedad de estructuras defensivas, especialmente torres con ataques de área, que son fundamentales para enfrentar a las hordas crecientes. Por otro lado, ciertos enemigos con habilidades especiales; como desactivar torres o devorar peepers, que pueden aparecer de repente, lo que puede llevar a una derrota injusta más por falta de información que por errores tácticos.

Tempest Tower se lanza con fuerza a ofrecer una nueva visión del tower defense, combinando un ingenio mecánico con una estética encantadora. Aunque presenta algunos desajustes y aspectos que se pueden mejorar, lo cual es comprensible dado que está en acceso anticipado, el juego ya muestra una base sólida, divertida y sorprendentemente desafiante.

Es una opción perfecta para quienes buscan acción táctica en tiempo real, con una buena dosis de improvisación y microgestión. No es un juego para aquellos que prefieren una experiencia más relajada y contemplativa, pero para el jugador activo que está listo para lanzarse al campo de batalla una y otra vez, Tempest Tower promete horas de experimentación y desafío. Con el tiempo, y gracias a la retroalimentación de la comunidad, tiene todo el potencial para convertirse en un referente dentro de su subgénero.