La unión hace la fuerza
Okomotive, el estudio suizo, que se encontraba detrás de los particulares y emotivos FAR: Lone Sails y FAR: Changing Tides, ha vuelto con una de esas propuestas donde es capaz de demostrar que sabe contar historias sin necesidad de palabras.
Herdling, que es como se llama el juego, nos plantea la particular idea de tomar el papel de un pastor el cual tendrá la misión de hacerse cargo y guiar a un rebaño en una aventura muy emocional, intensa, y sorprendentemente humana. De esas que desde el primer momento te dejan pensativo e intrigado por ver qué nos espera tras despertar bajo un puente en ruinas, y encontrarte con unas criaturas extrañas cubiertas de pelaje, ante las cuales rápidamente sabes que este viaje alpino no va a ser una simple excursión, como os quiero hacer ver y contar en este análisis.

¿De que va todo esto?
En esencia, Herdling es un juego de exploración con toque de gestión bastante ligera, en el que guiaremos a los Calicorns, un grupo de bestias mitad oveja, mitad roedor con cuernos, a través de preciosos paisajes alpinos y ruinas de lo más misteriosas.

Una experiencia que a medida que avancemos, nos llevará a rescatar nuevas criaturas, a darles su valor, e incluso a cuidarlas como si fueran parte de una gran familia. Todo ello con el objetivo de llevarlas sanas y salvas hasta la cima de la montaña. Por desgracia el camino no va a ser fácil, encontrando una mezcla de peligros ambientales, depredadores y un trasfondo lleno de silencios y ruinas que terminan por meternos en un mundo totalmente roto y abandonado.
Los detalles más y menos interesantes
Sin duda, lo que más me sorprende de Herdling, es lo rápido que consigue hacernos generar un vínculo emocional con la manada. No tardando en encariñarnos con cada Calicor, cada uno de ellos con características y situaciones animales únicas, donde nos encontraremos con algunos grandes y torpes que siempre se queda atrás, otro herido que requiere atención extra, o el más curioso que se adelanta al grupo y se puede meter en problemas. Todo ello, unido a la necesidad de alimentarlos, acariciarlos y ayudarlos a superar obstáculos, terminan por convertir la experiencia en algo íntimo, casi paternal. Eso sí, cuando alguno muere, la pérdida duele más de lo que esperabas en un videojuego.

Aquí entra con fuerza su importante sistema de control, el cual es sinceramente simple e intuitivo. Dándonos las posibilidades de guiar al rebaño desde la retaguardia, donde dar órdenes de frenar, avanzar o incluso lanzarse en estampida según la situación, nos acerca a esa gestión y guía que siempre nos va a tener atareados. Esto se combina con puzles de entorno como; empujar rocas, cruzar puentes frágiles o esquivar trampas, que sin ser especialmente complejos, aportan variedad y tensión a muchas situaciones. Especialmente quiero destacar las tensas secciones en las que hay que actuar con calma, reduciendo el paso para que ningún Calicorn se lastime.

Todo esto que os he contado se adorna con una preciosa dirección artística. Esta posee un estilo bastante pictórico, que recuerda a una acuarela en movimiento, con montañas cubiertas de niebla y praderas iluminadas por la puesta de sol. Cosa que nos lleva a momentos contemplativos que vamos a disfrutar muchísimo. Aquí entra con fuerza la música, la cual funciona como el verdadero narrador. Está introduce percusiones tribales que marcan los momentos de peligro, mientras que las melodías más suaves acompañan los instantes más íntimos con la manada. Llevándonos a varios momentos donde la sensación es más cercana a ver una película de animación que a jugar un videojuego.

Sin embargo, no todo es perfecto en esta aventura. Los controles, aunque en general son sólidos, se sienten algo torpes e imprecisos en las secciones de mayor precisión como las de sigilo, donde evitar depredadores puede ponernos bastante de los nervios. Por otro lado, el rendimiento no está del todo pulido, encontrado caídas de frames y pequeños fallos gráficos, sobre todo en el pelaje de los Calicorns, los cuales rompen un poco la inmersión.

Por último, deciros que no es un juego largo ni complejo, ya que en unas cuatro horas se puede completar, ya que hay pocas situaciones que supongan un reto demasiado serio.

Conclusiones
En conclusión, Herdling no es un juego de acción ni de gestión muy profundo, sino que más bien una aventura que nos pone bajo una experiencia atmosférica y llena de matices que quiere que sintamos y nos hagamos parte importante de ella, cosa que realmente consigue. Y es que guiar a un rebaño, también construyes un vínculo, que nos hace cuidar de él y hacernos sufrir incluso en sus pérdidas. Todo ello bajo una curiosa historia que empieza como un paseo alpino acaba siendo una metáfora de la compañía, la fragilidad y el cuidado mutuo.
Si buscas un juego conmovedor, intimo, precioso artísticamente y repleto de amor, Herdling es un viaje que te va a merecer mucho la pena, que va a volver a recordarnos como tras sencillo silencio aparecen y se cuentan historias realmente que nos pueden marcar.
