El infernal poder del Metal
Rogueside, el estudio belga conocido por Guns, Gore & Cannoli y Hidden Through Time, se ha puesto manos a la obra con la intención de llevarnos a los infiernos con su propuesta más metalera y ruidosa hasta la fecha, Devil Jam.
Esta vez, nos acerca al caos absoluto del metal, y lo hace con una mezcla explosiva de roguelite, supervivencia, e infierno de balas, con una estética infernal dibujada a mano.
Una experiencia que desde los primeros compases, nos lleva a un juego que deja clara su identidad donde se mezcla guitarras, fuego, hordas demoníacas y un pacto con el mismísimo Diablo. Una divertida propuesta, con curiosos y divertidos detalles, que engancha fuertemente como suele hacer este subgénero que tan de moda está.

¿De que va todo esto?
Como ya os imagináis, la premisa es sencilla pero irresistible. Una banda de metal condenada debe cumplir su contrato con el Diablo tocando un concierto eterno en el inframundo. Todo ello lanzándonos a infinitas fases en forma de arenas repletas de enemigos que llegan en oleadas, mientras atacas automáticamente al ritmo de la música. Así que ya solo nos queda una cosa, sobrevivir a base de recoger mejoras y abrirnos paso hasta enfrentarte a la mismísima Muerte.

Una aventura, que como nexo central, y entre partida y partida, nos hace pasar por el despacho del Diablo, en el que desbloqueamos nuevos personajes y compramos mejoras, que nos ayuden a hacer más pasajeros nuestro camino por el Averno. Todo ello envuelto en el siempre peculiar humor negro muy metalero, donde las referencias constantes al género y a su iconografía, nos sacan unas buenas carcajadas.
Todo ello, nos acerca a un sistema de combate bastante peculiar dentro del género, donde un inventario de una docena de casillas podrá ser utilizado para incluir habilidades y sinergias, que nos dé una buena serie de ventajas. Y es que no todo va a ser cuestión de apretar botones, también tendremos que tener mucho ritmo en el cuerpo si queremos salir con vida.

Los detalles más y menos interesantes
Una vez dentro del juego, uno de los puntos más destacados es su genial diseño artístico. Y es que cada escenario es un lienzo infernal muy bien pintado, lleno de demonios caricaturescos y luces rojas que laten al ritmo de los riffs. Todo ello nos lleva a un mundo que nos hace sonreír cuando vemos a nuestros enemigos explotar entre notas de guitarra o cuando el bajo marca el compás de una masacre.
Aquí entra con fuerza la banda sonora, sin duda de lo más potente y llamativo del juego. Y es que está no solo acompaña, sino aporta el ritmo de cada enfrentamiento, sonando potente, variada y tan auténtica que la vas a tararear hasta fuera del juego.

Por otro lado, y ya dentro de la jugabilidad, deciros que está es pura droga. Las partidas son rápidas, intensas y muy divertidas, con una progresión constante que te empuja a intentarlo una y otra vez. Trayendo de la mano el motivador desbloqueo de nuevos personajes o habilidades, y esa sensación de poder crece de forma constante y natural. Y que gracias a rodearse de el humor y una buena dosis de guiños al universo del metal y a otros juegos con la misma ambientación, termina por absorbernos durante horas sin darnos cuenta.

Ahora bien, hay ciertos puntos a mejorar. Por un lado, y aunque tiene muchos puntazos, le falta profundidad narrativa. Dejando la sensación de que el juego podría haber explotado más su carisma. Notándose especialmente en unos personajes que apenas tienen desarrollo, y una mal llevada interacciones con los pecados capitales, que actúan como los dioses otorgando mejoras, que podría haber dado muchos más de sí.

También hay algún problema de accesibilidad, especialmente en lo que a la gestión del inventario se refiere. Y es que no poder revisar fácilmente las sinergias y las diferentes habilidades rompe un poco el ritmo estratégico.
Por último, he notado que el juego se acaba demasiado pronto. Y tiene poco contenido tras su finalización. Y es que tras derrotar al gran y mortal jefe final y desbloquear todo, queda poco más que hacer salvo mejorar tiempos o buscar logros.





Conclusiones
En conclusión, Devil es uno roguelite con un ritmazo brutal, muy descarado y tremendamente divertido. Que convierte el caos en metal y la supervivencia en un gran concierto de muerte y destrucción. Y es que la gente de Rogueside ha demostrado que entiende la esencia de este tipo de juego, donde la mezcla de partidas cortas, progresión constante, y una personalidad arrolladora, nos deja enganchados rápidamente.
Así que si os va el rollo roguelites, el metal, o simplemente queréis algo para desahogaros y quitaros estrés a base de guitarras y demonios, este juego es una genial opción dentro de un subgénero que es pura droga. En definitiva, Devil Jam es puro fuego metalero lleno ruidoso, destrucción y mucho ritmo, en el que pasear por el infierno es todo un adictivo placer.





