Preciosa ha sido la experiencia de adentrarme en el hilado universo de Once Upon a Puppet. Un precioso cuento lleno de fantasía y sentimientos, que nos trasladada el arte de las marionetas a nuestra pantalla con una sorprendente sensibilidad.

Desarrollado por el estudio independiente Flatter Than Earth tras ocho años de duro esfuerzo. Este título de plataformas y puzles, nos invita a recorrer un reino teatral desmoronado, donde los recuerdos pesan tanto como los propios decorados. Una experiencia que esconde tras un velo de un cuento de hadas oscuro; un trasfondo que te lleva a la meditación sobre la identidad, la pérdida y la redención, y que pese a sus imperfecciones, de gusto llegar a historias tan mágicas como esta.

La aventura nos pone ante el manejo de dos protagonistas de forma simultánea: Nieve, una tramoyista sin cuerpo exiliada al olvido, y Derín, una marioneta con alma de actor, atados por un vínculo mágico tan literal como emocional. La propuesta central gira en torno al control dual de ambos personajes mediante un stick para cada uno de ellos. Mecánicas que nos exigen sincronía, paciencia, y cierta coordinación mental. Una aventura que trascurre a través de preciosos escenarios bidimensionales, donde tendremos que resolver puzles de entorno, superar obstáculos y plataformas, y evadir esas sombras que acechan entre bambalinas.

Análisis de Once Upon A Puppet

Destacando por encima de todo, como cada capítulo, introduce nuevas habilidades y capacidades; desde el doble salto hasta trajes con habilidades especiales, que consigue diversificar la jugabilidad sin complicarla en exceso. Todo ello de una forma muy bien conducida, donde la progresión ha sido gradual, planteando un ritmo que ha alterna fases de acción con segmentos narrativos más introspectivos, e incluso momentos donde he debido reconstruir escenas y manipular fondos como si estuviera dirigiendo una obra.

Análisis de Once Upon A Puppet

Lo que más me ha enamorado, sin lugar a duda, es el diseño artístico. En Once Upon a Puppet han conseguido que cada escenario sea una delicia llena de detalles, trasladándonos a unos niveles como si todos los niveles hubiesen sido ensamblados a mano por un escenógrafo de otro siglo. Las texturas de cartón, madera y tela otorgan una apariencia realistas al mundo, y las animaciones terminan por engalanar y dar fragilidad a unos personajes que son una delicia.

Análisis de Once Upon A Puppet

La banda sonora ha sido el broche perfecto. Cada escena está acompañada por temas orquestales que nos llevan entre la melancolía y la ensoñación, subrayando los momentos clave. Además, el diseño de sonido también brilla gracias a sus geniales efectos y sonidos ambientales que terminan por llenar de magia esta obra teatral.

Análisis de Once Upon A Puppet

También me ha encantado apreciar el mimo con el que se ha escrito los diálogos. Aunque la historia me ha parecido común, merece la pena ver esos matices que nos acercan a la amistad y la redención, y especialmente a esa relación entre Nieve y Derín, que me ha resultado entrañable gracias a unas líneas bien dosificadas y llenas de matices teatrales que nos llevan incluso a coleccionables. La verdad que una delicia a la hora de valorar su guionización.

Análisis de Once Upon A Puppet

Pese a su encanto indudables de Once Upon a Puppet, tengo que dar la vuelta a la tortilla y empezar a comentar ciertos defectos. Uno de los más desagradables son las caídas de fotogramas frecuentes, y aunque no siempre graves, rompen el ritmo de una obra donde es necesaria la precisión. A lo que se le une ciertos defectos gráficos puntuales y ciertos bugs en los personales.

Análisis de Once Upon A Puppet

Más allá de lo técnico, he notado que la dificultad de los puzles ha sido algo aleatoria. Mientras algunas secciones me han parecido un reto con bastante ingenio, otras se resuelven con extrema facilidad, e incluso algunas que me han resultado confusas por la falta de pistas visuales. Eso sí, llegado cierto momento del juego se vuelve algo repetitivo, solo impulsando la aventura la propia historia.

En conclusión, Once Upon a Puppet me ha parecido una obra íntima y bella, que intenta con valentía aunar arte escénico y videojuego en un mismo telón. En esto destaca por encima de todo esa presentación visual y sonora, su mundo lleno de alma y amor, y una atmósfera que es una autentica delicia para los sentidos.

Sinceramente he sentido como el equipo detrás del proyecto ha puesto todo su corazón en esta propuesta, y eso se ha notado en cada detalle, desde la ya nombrada dirección artística hasta la forma en que se ha construido la relación entre los protagonistas. Sin embargo, sus mecánicas no han logrado estar a la altura de su envoltorio, y los problemas técnicos han empañado parte de la experiencia.

Aun así, no me arrepiento en absoluto de haber cruzado el Reino de Dramaturgia. Habiendo disfrutado de sus entresijos teatrales, y de esos actos que me han dejado con unas ganas locas de ver la siguiente función de este estudio.

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