Meeple Corp ha sabido adaptar en formato videojuego, y sacar lo mejor de su esencia, de uno de los grandes éxitos del mundo de los juegos de mesa, Kingdomino.

Una de esas interesantes propuestas que demuestra que la sencillez puede ser sinónimo de diversión, profundidad, y esa calidez que un juego de mesa siempre ha aportado.

Una adaptación que nos acerca a situaciones muy curiosas, en la que al iniciarnos, no nos da la sensación de estar frente a un videojuego, sino ante una tarde de domingo en familia donde música tranquila, el precioso colorido, la calidez, y la promesa de una partida rápida que se acaba alargando y llevándonos a una y otra más.

La premisa de Kingdomino es tan clara como su propio tablero. En este somos un señor feudal que busca expandir su reino colocando fichas con distintos terrenos; bosques, lagos, campos, minas, y una serie de coronas que multiplican los puntos de cada zona. Así que todo nos lleva al objetivo de que cuanto más grande y coherente sea nuestro territorio, mayor será nuestra puntuación final.

Análisis de Kingdomino

Una divertida y adictiva experiencia que nos ofrece varios modos de juego. Llevándonos desde partidas en solitario contra la propia máquina, pasando por desafíos cooperativos o competitivos en línea, hasta llegar a un modo campaña para quienes prefieren explorar a su ritmo. Todo ello se desarrolla en turnos rápidos, y con partidas que raramente superan los veinte minutos, cosa ideal y perfecta para desconectar un rato y reiniciar nuestra mente.

Análisis de Kingdomino

De los puntos que más me ha gustado de Kingdomino, tengo que remarcar su accesibilidad. Y es que este se aprende a jugar en minutos, eso sí, cuesta dominarlo si queremos entrar más en profundidad. Y es que cada decisión como; que ficha escoger, dónde colocarla, o cuándo sacrificar una conexión para asegurar otra más valiosa, termina teniendo un impacto directo en el resultado. Planteando un tipo de estrategia ligera que no necesita manuales ni tutoriales, pero que te obliga a pensar tres movimientos por delante.

Análisis de Kingdomino

Otro acierto es su modo multijugador, uno de los puntos esenciales del juego. Donde encontrar partida es rápido y la conexión es estable. una experiencia online divertida, llena de eventos temporales, y sabiendo motivarnos a base de recompensas estéticas como nuevos castillos, avatares, o estilos visuales, que añaden un toque de personalización sin afectar al equilibrio del juego.

Análisis de Kingdomino

Todo ello está muy bien adornado por un bonito diseño visual, el cual mantiene el encanto del juego de mesa. Aportando un potente colorido, unos cuidados diseños, y un estilo casi de cuento que resulta precioso y acogedor incluso tras muchas partidas. Todo ello acompañado por una buena ambientación y una musicalidad que hace muy agradable la experiencia audiovisual.

Análisis de Kingdomino

Eso sí, hay detalles menos agradecidos dentro de la experiencia, como puede ser su falta de variedad a largo plazo, y aunque hay muchos desafíos y logros que incentivan a seguir jugando, las partidas acaban pareciendo demasiado iguales una vez dominada la mecánica. Por lo que algún modo extra, o eventos aleatorios, habrían aportado más frescura.

Análisis de Kingdomino

En conclusión, deciros que Kingdomino es una adaptación ejemplar a la hora de conservar la esencia del juego de mesa, y saberla combinar con la comodidad del formato videojuego. Una experiencia que resulta relajante, elegante y adictiva a su manera. No busca la intensidad de un gran título de estrategia, sino ofrecer pequeños momentos de ingenio y satisfacción en cada partida.

Sinceramente me parece una experiencia ideal para quienes disfrutan planificando sin estrés, para familias que quieren compartir partidas rápidas, o para jugadores que buscan una dosis de estrategia relativamente ligera para desconectar del mundo. Sin duda, Kingdomino demuestra que construir un reino también puede ser un acto lleno de calma y diversión.

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