Me ha tocado recorrer un castillos malditos, ruinas endemoniadas y mundos demenciales, ante la que es la nueva experiencia y secuela del universo de Gal Guardians, esta vez bajo el nombre de Servants of the Dark.

Un nueva entrega de la saga desarrollada por Inti Creates, el cual ha retomado el peculiar universo de sus heroínas con cofia y látigo, y ha expandido su mundo con ambición, aunque no sin tropiezos, y más en un género tan bien medido y cultivado como el metroidvania, y que en espero que queráis llevar a vuestra vida tras este análisis.

La propuesta de Servants of the Dark articula alrededor de la fórmula clásica del metroidvania; exploración laberíntica, habilidades que desbloquean nuevas rutas y combate constante contra enemigos demoníacos. En esta ocasión, me he controlado a dos protagonistas; Kirika y Masha. Ambas con estilos de juego claramente diferenciados. Kirika ha atacado desde lejos con armamento demoníaco, mientras que Masha se ha lanzado de lleno al combate cuerpo a cuerpo con su látigo encantado.

Análisis de Gal Guardians: Servants of the Dark

Todo ello nos lleva a la importante mecánica base, que no es otra que alternar entre ambas. Siendo esencial, tanto para resolver pequeños puzles como para enfrentar enemigos de todo tipo. Todo en un mundo el cual a medida que vamos explorado entre demoníacos entornos, he recogido reliquias, huesos y armas que me han servido para desbloquear nuevas habilidades y restaurar la base central; el castillo de Lord Maxim.

Esto se plantea bajo un bien adaptado selector de dificultad flexible, donde un estilos casual, veterano y legendario, permiten adaptar la experiencia según las preferencias de cada jugador, algo que siempre agradezco en juegos del género. Y si bien la campaña podía jugarse en solitario, el modo cooperativo local ha ofrecido una variante refrescante, ideal para quienes disfrutar de este caos compartido, en la docena de frenéticas horas que aporta esta aventura.

Análisis de Gal Guardians: Servants of the Dark

Donde el juego más me ha sorprendido más ha sido en su ritmo bien medido durante las primeras horas. En esto tiene especial culpa su correcto diseño de niveles, que aunque algo lineal al principio, se ha ido abriendo de forma natural, con bifurcaciones, secretos y caminos ocultos que han recompensado mi curiosidad. Tampoco puedo dejar de subrayar el combate contra jefes, el cual es uno de los puntos más divertidos y potentes de la experiencia. Y es que me he encontrado con patrones bien diseñados, variedad visual y un grado de desafío que me ha obligado a emplear diferentes estrategias según el personaje.

Análisis de Gal Guardians: Servants of the Dark

También tengo que alabar el cuidado trabajo puesto en la personalización del combate. Con un gran número de armas y, aunque no todas han sido igual de útiles, el sistema de forja y mejora ha ofrecido margen para experimentar y adaptarlas a nuestro estilo. Destacando especialmente la combinación de habilidades pasivas y activas, que me han dado lugar a sinergias muy interesantes, sobre todo al jugar en modo cooperativo.

Por cierto, no puedo dejar de mencionar el tono ligero y cómico que ha impregnado toda la aventura. Desde los diálogos hasta el propio diseño de personajes, incluyendo a el cráneo parlante de Lord Maxim, hay que reconocer que Servants of the Dark no ha tenido miedo de reírse de sí mismo. Llevándonos a la pura irreverencia, sin caer en lo paródico.

Análisis de Gal Guardians: Servants of the Dark

Entrando en puntos más oscuros, deciros que en primer lugar no me ha terminado de gustar la gestión del mapa. La ausencia de marcadores personalizados y la distribución poco intuitiva de los puntos de viaje rápido han hecho que la exploración se tornara algo enrevesada y tediosa. Viendo como muchas veces he tenido que retroceder largas distancias solo para realizar mejoras o buscar una zona específica, cosa que rompe el dinamismo del juego.

También he sentido que el repertorio de armas, pese a ser amplio, no me parece muy equilibrado. Adaptándonos y haciéndonos siempre con algunas herramientas que son claramente superiores en eficacia, haciendo que muchas otras quedaran en desuso tras unos pocos intentos.

Análisis de Gal Guardians: Servants of the Dark

El diseño de enemigos tampoco ha estado a la altura del resto de elementos. Y es que su comportamiento es repetitivo y de escasa dificultad en los niveles normales, haciendo que sea en ciertos momentos un mero tramite destructivo entre pasillo y pasillo. Eso sí, los enfrentamientos contra jefes o las secciones de plataformas más elaboradas si me ha gustado muchísimo, y me ha hecho pasar buenos momentos.

Por último, aunque la expansión del mundo más allá del castillo ha sido bienvenida en términos de escala, me da la sensación que ha supuesto una pérdida de identidad estética. Y es que la atmósfera oscura y opresiva del castillo original se ha diluido en escenarios exteriores menos inspirados, tanto en lo visual como en la parte ambiental.

En conclusiones, Gal Guardians: Servants of the Dark me ha ofrecido una experiencia sólida dentro del género metroidvania, sin grandes revoluciones, pero con una ejecución lo bastante pulida como para mantenerme enganchado. He disfrutado del combate, de la dinámica entre las hermanas protagonistas, y de un mundo lo suficientemente amplio como para explorar durante horas.

Por desgracia, también he sufrido su falta de equilibrio en el diseño de armas, algunos problemas de navegación, y un mundo no tan bien realizado como otros dentro de este género.

Dicho esto, quienes busquen una experiencia desenfadada, cargada de humor, muy centrada en el fanservice, y con combates ágiles y divertidos, encontrarán aquí una aventura más que competente. Viendo como la gente Inti Creates ha sabido conservar el corazón de su franquicia, pero ahí se ha quedado, dejándonos a la espera de que para la próxima entrega, se atrevan a arriesgar un poco más.

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