Crítica: Objetos inútiles de última generación
En esta generación de consolas que ya comienza a agonizar de un modo bastante preocupante, ha habido una de las fiebres más extrañas que hemos podido vivir los jugones de toda la vida. Y esa no es otra que la del intento de sacar el cachivache más esperpéntico o raro para nuestra respectiva consola.
Desde sensores de movimiento, hasta instrumentos musicales pasando por curiosos objeto que nos median hasta las constantes vitales, han sido el objetivo comercial de muchas compañías, y decir cabe, que en mucho de los casos ha llegado a dar hasta vergüenza ajena, ya que uno no sabe que maravillosa mente comercial ha tenido el morro de sacar ese cachivache al mercado.
La principal moda de esta generación ha sido principalmente el intentar que nos movamos por nuestra humilde y pequeña habitación, cual profesora de aerobic o maestro espadachín se preste, y la verdad sea cierta, nos ha hecho hacer el subnormal en muchos casos, cosa que una grabación de nosotros en ese momento, para su posterior visionado, podría acarrearnos muchos problemas de autoestima videojueguil.
Pero la cosa no ha sido el que nos hayan metido por narices esos sensores, que por otro lado los diez primeros minutos de juego son entretenidos, si no que tras el brutal bombardeo que han realizado, las horribles campañas de publicidad, los posibles millones de cachivaches vendidos… tras todo eso… no han triunfado… y ¿Por qué? Pues sencillo, porque no se enteran que este mundillo videojueguil los que gastan dinero de verdad es el público más tradicional, es decir, lo que no tienen el más mínimo interés por dichos periféricos. Esto se debe principalmente dos casusas importantes; por un lado el que el 99% de los juegos publicados para dichos periféricos es de un nivel bajo o muy bajo, además de para un público infantil, o mayor pero con graves problemas de infantilismo agudo o retraso cerebral. Y por otro lado, el no tener uno el más mínimo interés de estar moviéndose de forma absurda ante un televisor, ya que nuestro concepto de juego es mediante un mando y su botonera, con el único pensamiento de que el que se quiera mover que se apunte a un gimnasio.
El jugador tradicional es tranquilo, simple y de movilidad reducida, y no quiere tener que terminarse un juego pegando golpes al aire como si de una espada se tratase… eso no gusta, y los datos de ventas y las valoraciones de los juegos lo han hecho saber.
Por cierto un último detalle respecto a este tema, ¿Qué tipo de salones de dimensiones de estadios de futbol se han pensado que tenemos los humanos del pueblo llano? Que se lo han
dado a probar a los hijos de los súper ejecutivos con mansiones de cientos de metros cuadrados… por favor señores que el publico normal vivimos en pequeñas casas, y no podemos echar a nuestra parienta de ellas para poder jugar a uno de estos.
Pero la cosa no ha quedado en el tema de los sensores de movimiento. Ya que otros curiosos y raros objetos han aparecido durante estos años en muchas de las inconscientes vidas que se tiraron cual borrego en celo a comprar.
Por un lado hay que hablar de la gran cantidad de cachivaches de plástico con forma de instrumentos musicales que han invadido nuestras moradas, desde guitarras hasta baterías, llegando hasta teclados, y todo para unos juegos musicales que han terminado muriendo por el ansias de aprovechar el tirón, y que ahora nos dejan con kilos de plástico que si la cosa no cambia en demasía, no volveremos a utilizar con ningún juego en nuestra vida.
¿Pero que pensáis…?¿que la cosa queda ahí…?
Siempre nos queda nuestra amiga de la gran N, la cual también se lo ha montado muy bien con ciertos periféricos de lo más interesantes. Nadie podrá olvidar esa maravillosa balanza la cual nos permitía hacer ejercicios y pesarnos cual tabal de patatas. Y esa increíble mejora a su mando en el cual la sensibilidad quedaba aumentada en un porcentaje muy destacable, cosa que hacía que nuestro mando de toda la vida empezará a coger unas dimensiones fálicas bastante destacables debido al complemento que le poníamos a dicho mando.
La cosa es verdaderamente alucinante…
Porque como era de esperar, la cosa no ha quedado en sensores de movimiento y guitarras de plástico, si no que hemos podido ver desde pulsometros hasta una bicicleta estática, intentando hacer con ello que los bastante sedentarios jugadores de videojuegos dejen de asistir a los pocos gimnasios a los que van y se pongan a hacer deporte en casa… el cual por cierto confirmamos que no funciona…
¿Que no os creéis que no hay más…? Pues aquí tenéis más…
Pues si señoras y señores, han aparecido tabletas de dibujos, objetos de plásticos para implementar a nuestros sensores y dar sensación de coger un volante o una raqueta de tenis. Cosas tan esperpénticas como una barca hinchable o una increíble vagina en lata… por lo que no me queda otra cosa de llevarme las manos a la cabeza y clamar al cielo… ¿Qué está sucediendo? ¿Qué es lo que intentan?… o como diría nuestro buen amigo Mauricio Colmenero ¿Pero esto que essss…?
En definitiva, una cantidad ingente de objetos, que varios días después de su lanzamiento termínanos arrumbando en un cajón, sobre un armario o en un sitio donde nuestra mente terminará por olvidar. Una cantidad de objetos que nos ha costado una fortuna, y que las compañías terminan por dejar de apoyar, no sacando más juegos para estos.
No sé que nos esperará en las siguientes generaciones. Pero esperemos que estos productos queden solo en el pasado. Que pasen de ellos, y nos dejen disfrutar como toda la vida. Que se dejen de perder dinero y tiempo en estos objetos, y que se dediquen a mimar más a los propios videojuegos que a toda esa cantidad de plásticos inservibles que como ya os he comentado terminan en el rincón más espeluznante de tu casa o en medio del desierto más cercano.