El que faltaba de este universo
Switch ha vuelto a recoger en su catálogo una de las grandes obras que la denostada WiiU tuvo en su pequeño pero maravilloso catálogo de juego. Y está vez no lo ha hecho con una obra pequeña, sino que ha puesto sobre el mantel nada más y nada menos que el genial Xenoblade Chronicles X.
Una versión renovada, que abre las puertas de otro de los grandes JRPG de esta franquicia a aquellos jugadores amantes del género y la saga que no tuvieron acceso a su versión original, y que ahora, junto a toda la saga principal numerada, ya pueden disfrutar en la híbrida de Nintendo.
Una brutal obra, donde Monolith Soft apostó en su momento por una estructura de mundo abierto, y que sin duda marcó a la propia saga, y en general a otros muchos juegos del género. Y eso es solo la punta del iceberg, de una edición definitiva que llega mejoras visuales, ajustes en la jugabilidad, y nuevos elementos narrativos que buscan refinar la experiencia sin alterar su esencia, y que sin lugar a duda en este análisis os la voy a desgranar.

¿De que va todo esto?
Entrando de lleno a la experiencia que he tenido con esta entrega, que mejor forma que hacerlo poniendo sobre la mesa su punto más a destacar e impactante de Xenoblade Chronicles X, la magnitud y amplitud del planeta Mira. Y es que este Xenoblade no lleva a un mundo alienígena realmente inmenso, bien dividido en continentes, pero con una interconexión que lo hacen un mundo único y casi perfecto.

Un juego que deja bien claro desde el inicio lo importante que va a ser la exploración, y dudarlo dejándonos libres para que planteemos nuestro propio camino, y descubramos los secretos de cada rincón. Sólo estableciendo unos objetivos principales para dar sentido a su narrativa, pero dejando a nuestro buen hacer el trayecto hasta ser completado, en un camino que va a estar lleno de desvíos muy tentadores, criaturas brutales, reliquias y misterios, y un genial trabajo de diseño geográficos que nos obligará a tomar diferentes caminos alternativos.

Los detalles más y menos interesantes
Cómo buena edición mejorada de cualquier juego, y entrando en detalles más puntuales, tengo que empezar hablando de sus mejoras visuales y artistas. Y la verdad es que el trabajo que se ha hecho en esta edición es una gozada. Y más cuando hay que reconocer que el mundo de Mira es una obra magistral en cuanto a la variedad de biomas, diseños geográficos, biológicos, e incluso en el uso del ciclo día-noche, que terminan por dotar de vida a los entornos de manera pocas veces vista. Y que ahora con esta edición se ha visto potenciadas gracias a una mayor resolución, mejor nitidez, buen trabajo con las texturas y modelados, y mejoras en la iluminación, logrando una experiencia visual más envolvente y maravillosa que nunca. Eso sí, sin deja a un lado uno necesarios cambios e inclusiones de accesibilidad como cambios en la interfaz, etiquetas en el mapa y ajustes en la navegación.

Todas estas mejoras que nos hacen la vida más sencilla y ágil. Esto se ve claramente reflejado en la exploración, donde la ausencia de indicaciones claras y una navegación en ocasiones confusa puede hacer mella en la moral de ciertos jugadores que estén acostumbrados a juegos más guiados. Y aunque un marcador de seguimiento está disponible para guiar al jugador, no siempre es tan preciso como se espera. Eso sí, aquellos que disfrutan de experiencias menos dirigidas y más libres, este diseño es un acierto y una genialidad que te hace sentir pequeño dentro de un extenso mundo que vas a disfrutar.

Por cierto, siguiendo adelante con el tema exploración, uno de los puntos más sonados de esta entrega fue sin duda la introducción de los Skells, mechas con capacidad de vuelo y combate, transforman mucho la manera en la que nos movemos e interactuamos con el mundo. Y es que durante gran parte del juego, el desplazamiento se realiza a pie, lo que refuerza la sensación de la amplitud que nos rodea, pero una vez que obtenemos el primer Skell, la experiencia da un giro brutal, ya que va a permitir desplazarnos con total libertad, y enfrentarnos a enemigos que antes parecían inalcanzables. Sin lugar a duda un punto de inflexión que redefine la jugabilidad, y que añade nuevos matices a potencial de exploración y combate que posee este Xenoblade Chronicles X.

Como ya leéis, el juego nos aporta cantidad de detalles que luego han sido absorbidos por otros juegos de la franquicia, y en general por el nuevo JRPG. Y es que este posee un mundo abierto realmente impresionante. Descubriendo como Mira es un planeta vivo, inmenso y lleno de sorpresas. Y que ahora con su diseño visualmente remozado y una banda sonora que sigue siendo magistral, es ahora más espectacular si cabe. Además, a todo ello hay que añadirle un sistema de combate tremendamente profundo y estratégico. Ofreciendo unos combates dinámicos en tiempo real donde la posición, las habilidades y la sinergia entre personajes juegan un papel fundamental. Y que se ven amplificado, como ya os digo, en el momentos en que se incluyen los Skells.

Todo ello, nos lleva a una cantidad de contenido exagerado, y es que está claro que Xenoblade Chronicles X no es un juego para quienes buscan experiencias ligeras. Es una aventura que nos exige tiempo, paciencia y esfuerzo. Encontrándonos con misiones que requieren explorar cada rincón del mapa y alcanzar ciertos objetivos complejos antes de seguir avanzando con la historia.
Eso sí, la narrativa aunque el planteamiento base es prometedora, sigo pensando años después que la historia carece de es emotividad, empatía con los personajes, y un desarrollo más profundo y emocional, que otras grandes obras del género.

Por otro lado, tampoco quiero dejar de hablaros de su sistema de progresión el cual me sigue pareciendo poco intuitiva. Encontrando como algunas misiones principales requieren cumplir ciertos porcentajes de exploración o tareas poco llamativas, lo que puede generar algo de aburrimiento y agobio ante ver que no termina de avanzar la historia. Aquí también tiene parte de culpa el problema de la interfaz recargada que a pesar de las mejoras en esta edición, sigue pareciéndome que la cantidad de información en pantalla resultar abrumadora, especialmente para nuevos jugadores.



Conclusiones
En definitiva. Xenoblade Chronicles X es un de los JRPG más ambicioso, inmensos, y potentes que ha dado la historia del videojuego. Un juego que claramente recompensa la dedicación y la paciencia del jugador con un mundo maravillosamente creado y lleno de vida, que se acompaña con un genial y complejo sistema de combate. Todo ello unido a un claro enfoque en la exploración que lo convierte en una experiencia única dentro del género, aunque como es de esperar esto puede afectar a la propia narrativa.
Concluyendo con este análisis, deciros que esta Definitive Edition para Nintendo Switch ha sabido pulir varios de sus defectos sin sacrificar nada de su esencia. Convirtiendo a este en la mejor forma de experimentar y disfrutar una aventura tan grandilocuente, que lo ha vuelto un total imprescindible para los amantes del buen JRPG.
